Habemus Papa


Habemus Papa, la película del italiano Nanni Moretti, con una soberbia actuación de Michel Piccoli no es una comedia, no trata de un psicoanálisis tampoco, ni siquiera de la custión de la fe. El film se pregunta ante todo por las formas que asume la representación del poder y que hacer con los designios que tenemos que cumplir.



¿Qué hace a un hombre ocupar el lugar del padre?



Menudo problema ocupar ese lugar, mucho más complejo cuando se trata de lugar del Santo Padre. Melville el protagonista de la película, es elegido para ser el sumo pontífice, cuando está por aparecer por primera vez en el balcón de San Pedro para saludar a sus fieles sufre un ataque de pánico y huye despavorido. Cuando debe hacer frente a su función reciente, y legalizar públicamente su nuevo estatuto, lo invade un sudor frío corre por su espalda, hiperventila, aumenta desmedidamente sus pulsaciones, en definitiva: esta tomado por el miedo, cuadro característico que ahora llaman crisis de ansiedad o ataque de pánico.

La anécdota sirve para poder pensar ¿hasta que punto estamos preparados para los mandatos que nos tocan afrontar?

El cardenal Melville aparece abrumado por el lugar que le tocó ocupar: el del santo padre, el padre de los padres. Su respuesta frente a esto no se hace esperar: “tengo una suerte de sinusitis mental”, plenamente consciente de su condena queda abrumado por una profunda depresión.

Cuando muchas veces no se sabe a quién recurrir, se recurre al psicoanalista, eso es lo que hace el vaticano. Convocan a un psicoanalista para que ayude a Su Santidad a superar lo que le pasa. Sin embargo el psicoanalista descubre que no sólo no está autorizado a tener una entrevista a solas con su paciente (todos los cardenales escuchan “la entrevista”), sino que tampoco puede preguntar por la historia de Melville. O sea, nada de psicoanálisis! nada de lo que pueda tener sentido en la formación de lo que le pasa. Sin introspección y asociación no es posible generar un sentido.

Leí una crítica de cine que decía que en la película se vive en un enorme suspenso, y es verdad. Todos los personajes están a la expectativa, a la espera de que suceda algo, mirando hacia arriba en busca de una respuesta, los fieles esperan en la Plaza de San Pedro, los cardenales esperan una leve señal de mejoría del Santo, el mundo, a través de la televisión en vivo y en directo espera ansiosamente una respuesta, hasta Melville escapado del Vaticano, y en plena crisis existencial, parece esperar una señal. Pero la senal para Melville no está afuera sino adentro y eso es lo que lo hace ir su busca. Melville se las ingenia, para poder hablar de lo que le pasa con una psicoanalista, intenta cercar algo de su sufrimiento, pero sobre todo algo de su verdad... Quizás lo más importante de la película sea el mostrar que no hay huida al sufimiento… simplemente se trata de poder hacer algo con eso.

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