Un dulzor de atardecer.


¿Una foto que encierra un abrazo, o un abrazo que encierra una foto tomada por sorpresa? Ni padre ni hijo sabían de esa cámara que escudriñaba ese momento íntimo.
Un momento mágico, uno de una complicidad que queda guardada para siempre en esa foto pero también en ese abrazo. Un momento de amor, un dulzor de atardecer.
Un abrazo que muestra a dos generaciones que se confunden en la arena y en el mar, y que demuestran que el tiempo puede ser un instante que se convierte en atemporal.
Pero sobre todo ese abrazo convertido en foto significa un hijo que crece y un padre que solo quiere abrazar ese momento.
Ojalá ese abrazo dure para siempre.