Crónicas de la peste

Capitulo 3

La incertidumbre nos atraviesa. Nos encontramos en el tiempo donde la ciencia aún no puede responder a eso llamado coronavirus ya que no hay tratamiento o vacuna eficaz que lo aplaque. Un real no sin ley al decir de Miquel Bassols, sino uno que sigue una ley implacable. El SARS-CoV2 “sigue la ley de la naturaleza que hay que saber descifrar para poder hacerle frente”. La ciencia, el padre de esta época, no recorta lo inexplicable.
El cuerpo siempre ha sido un problema, pensábamos que estaba dominado a base de tratamientos, cirugías, dietas, sin embargo el cuerpo se ha revelado, se volvió extraño para nosotros. Ahora estamos no solo atentos a los signos del cuerpo de los otros, como la tos o la fiebre, sino a lo que nos indica el propio. Todos enfermos hasta que se demuestre lo contrario. Se trata de una versión de la “extimidad”, esa invención de Lacan pero trabajada en profundidad por J.A Miller. Aquello íntimo y familiar que se transforma en foráneo y enemigo.
Hoy no hay nada que pueda atemperar la angustia que nos genera, ni la ciencia, ni el misticismo y menos la autoayuda. En un mundo sumido en el individualismo, en el “tu puedes solo”, la pandemia nos muestra que esos paradigmas no responden y sólo en la medida de que haya un colectivo solidario será posible salir adelante.
Parece que la época de la pandemia nos impone renunciar a nuestro egoísmo individual, estos de los tiempos capitalistas, para que lo colectivo prime sobre lo individual.
La pregunta es si podremos.

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