Nota del diario EL PAIS 2

Los poseídos por sus otros yo

Es un transtorno tan poco común que generacontroversia. Algunos creen que lo que se ha expandido en cine y literatura es exagerado. Otros dicen que sí se ve.

GABRIELA VAZ

Cualquier cinéfilo o literato que se precie es capaz de describir, sin temor a equivocarse, un cuadro de personalidad múltiple. El argumento suele reiterarse: un personaje que se desdobla en dos "yo" completamente opuestos. A todas luces, la trama es fascinante: una persona seria, corriente y funcional convive, en un mismo cuerpo y sin saberlo, con un psicópata asesino serial. ¿Cómo no exprimir tal comportamiento una y otra vez para la ficción? Así, desde la pantalla y el papel se ha adoctrinado al público y lectores sobre una patología acerca de la que, en la realidad, hay múltiples controversias. Algunos expertos opinan que todo lo que se ha popularizado es, como mínimo, exagerado. Otros aseguran que hay casos reales tal como han sido descritos en las más extrañas películas, pero que son excepcionales, únicos. Y también están los que llegan, incluso, a dudar de su existencia.

POSEÍDOS. Cierto día, una muchacha de 18 años (que llamaremos "Laura") se presentó en la consulta del psicoanalista Jorge Bafico. "En la primera entrevista, comenzó a llorar muy angustiada, un llanto potente. Aún lo recuerdo nítidamente: cuando sacó las manos de la cara su expresión era otra. Me miró y me dijo que era el diablo, y que dejara ir a Laura. Se levantó y caminó por todo el consultorio, poseída. Comenzó a buscar algo. Estaba nerviosa, fuera de sí. Entonces vio un paraguas de la biblioteca. Me miró en forma desafiante. Fue hasta el paraguas y arremetió contra mí". El terapeuta cuenta que ese hecho (que relata más en detalle en su libro Casos locos) fue el primero y uno de los pocos cuadros que ha tratado de "personalidad múltiple".

Desde el punto de vista psiquiátrico, explica, se trata de un desorden disociativo crónico, en general causado por un suceso traumático, como un abuso sexual o físico en la infancia. "La mayoría de las personas que reciben ese diagnóstico son mujeres, casi el 90%", señala.

Para Bafico, esa conducta puede verse en distintas patologías, una de las cuales es la locura histérica, tal era el caso de Laura. Pero también puede aparecer en psicosis, básicamente en esquizofrenias, asegura el psicoanalista. "Una vez trabajé con una mujer que tenía tres personalidades, una de las cuales era un hombre. Un día ella llegó al consultorio vestida como un boxeador, de championes bota, un short, un canguro, y se llamaba por un nombre masculino", cuenta de una paciente esquizoide.

El mayor porcentaje de "personalidades múltiples", no obstante, se encuentra en histerias con características especiales. Y si bien se trata de un trastorno muy raro de ver, en él pueden encuadrarse muchos de los asistentes a iglesias pentecostales que, al igual que sucedía con Laura, se dicen poseídos por el demonio, opina Bafico.

FASCINACIÓN. Un problema a la hora de trabajar con estos pacientes es el deslumbramiento que generan, ya que se trata de una patología, nunca mejor dicho, cinematográfica. "Muchas veces ocurre que cuando se alienta al paciente a hablar de cada personalidad se alimenta el síntoma. Cuando uno se mete de lleno en el tema de las características de cada personalidad termina favoreciendo el enganche del paciente. Esto siempre pasa cuando hablamos de una estructura histérica de base. Por ejemplo, cuando Sybil comenzó el tratamiento con su psiquiatra tenía cuatro personalidades y en el transcurrir del mismo llegó a tener 16". Bafico se refiere al más famoso relato de un cuadro de personalidad múltiple, cuyo libro, escrito por la periodista Flora Rheta Schreiber, dio lugar a la película Sybil, de 1976. Sin embargo, el tema había llegado a Hollywood bastante antes, en 1957, con el film Las tres caras de Eva, también basado en hechos reales. Luego vendría una andanada de cintas que retomarían el tema hasta el hartazgo.

Quizá a raíz de tanta exposición fue que en la década del 80, luego de que el manual de psiquiatría DSM III lo oficializara como un trastorno, en Estados Unidos se hablara de "epidemia" de personalidades múltiples. En 1986 se habían diagnosticado 6.000 casos, cuenta Bafico.

Claro que sus características no tienen que corresponderse con lo que muestra el cine. Esa escena en la que una personalidad habla con la otra, cambiando actitud y tono de voz, es bastante difícil de presenciar, aunque quizá no imposible. Sí cambian su forma "de vestir, de pensar, de hablar. Lo que se ve en las películas no es muy diferente de lo que se ve en la clínica", asegura el psicoanalista.

DEFENSA. Para elaborar las distintas personalidades se necesita la mirada externa y un discurso. La primera alucinación de Laura, por ejemplo, era una sombra. Luego, de algún modo empujada por lo familiar, comenzó a darle una forma, un sentido, y la sombra se transformó en el diablo. Después, cuando en la iglesia adquirió una explicación ideológica de qué era el diablo, el síntoma se fortaleció, indica Bafico.

Como en la mayoría de los trastornos psiquiátricos, el cuadro es un mecanismo de defensa ante una realidad que la persona no puede enfrentar, como un abuso sexual cuando niño. "Tiene que ver con la historia del paciente. Siempre hay una infancia muy terrible. Es unamanifestación clínica muy compleja. Es la forma en la que el sujeto reacciona frente a circunstancias de la vida. Como alguien se vuelve obsesivo, fóbico, conversivo, o se deprime, otros desdoblan su personalidad. No es tan frecuente, pero pasa. Y si no se trata, puede convivirse con eso toda la vida".

El tratamiento consta siempre de terapia y, si el caso lo requiere, también medicación. Pero básicamente, de apostar a la palabra para que la persona comprenda el porqué de su síntoma, dice Bafico.

Y así extirpar al Mr. Hyde que muchos Dr. Jekyll llevan dentro.
Un síntoma de trastorno de memoria

La disociación es un mecanismo que todos experimentamos en algún momento. Según explican algunos manuales, es eso que sucede cuando alguien llega a un lugar pero no recuerda cómo, ni qué hizo en el camino, tan ocupada estaba su cabeza con preocupaciones y otros pensamientos. El tema es cuando esto se da a tal nivel que la persona pierde sensaciones de sí misma durante horas o días.

Por eso, para algunos especialistas lo que se llama "personalidad múltiple" no es otra cosa que un trastorno de memoria. "En el fondo, nosotros somos varios. Eso no es lo importante, sino que esas personalidades no tienen inferencia unas en otras. Mi `yo` no tiene recuerdos", explica el psiquiatra Gonzalo Valiño. "Hay amnesia: el `yo` principal no puede darte un relato de lo que ocurrió. Es un estado disociativo de conciencia. La psiquiatría los llamó `estados segundos`".

Para el médico, la personalidad múltiple es un síntoma de un trastorno de memoria. "Lo importante es que la persona no recuerda qué hizo en determinado momento. Luego, si en ese momento fue una bailarina o un oso polar es adjetivo. Podrá tener que ver con el simbolismo, una idea fija que está oculta. Y habrá que interpretar el simbolismo. Pero la idea central es que, desde el punto de vista de la realidad consciente, el `yo` sufre una fractura del tiempo. Hay una parte de mi historia que yo no poseo".

De todas formas, Valiño asegura que este tipo de cuadros es muy difícil de ver. "En la constelación de personalidades donde se pueden producir esos síntomas, ocurren más comúnmente otros, no este".

El médico afirma que los casos cinematográficos superan a los reales, y por ende hay poca experiencia. "El síntoma es espectacular para ser narrado. Es lo que aparece en la fantasía de cada uno de nosotros: el poder ser otro".
El mal de película

La lista de películas que tratan el tema de la personalidad múltiple parece inagotable. Estas son sólo algunas:

Mente siniestra, con Robert DeNiro y Dakota Fanning. (2004)

El club de la pelea, con Edward Norton y Brad Pitt. (1999)

La ventana secreta, con Johnny Depp y John Turturro. (2004)

Mr. Brooks, con Kevin Costner y Demi Moore. (2007)

La raíz del miedo, con Edward Norton y Richard Gere. (1995).

Psicosis, con Anthony Perkins (1960)

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